Me fijo, desde lejos,
en tus blancas manos
llenas de cosas promesas
y nunca hechas.
Me imagino tus ojos
negros, como negra es la peste,
tragarse, como caña analcoholica,
la Inmensidad del Pensamiento Humano;
y ya no veo tus cabellos,
que como locos caballos te dejan,
se quejan y escapan
y emblancandose caen;
Y tampoco tus pechos,
Desvanecidos hacia un bajo horizonte
que guían al triste desmonte
como grises y sucios Carontes
Y te imagino, en fin, llenando
tu bolsa -de humana piel hecha-
de colgantes, pendientes y cosas de plata,
no sabiendo que eres ya llena...
Pues llena de nada.