Callado, reposa
en el ángulo de mi librería,
el polvo lo lastima,
el tiempo lo destiñe.
No llama, ni me busca
está en silencio
esperando mis caricias.
Paciente y quieto
observa mi va y ven
porque sabe
que tarde o temprano
caeré en su fascino encanto
a cobijar mis días fríos,
a cerrar los ojos y viajar un poco,
después que acaricie sus páginas,
después que me deje andar
dentro de alguna de sus historias.
El sabe de mis lágrimas ocultas
pero sé de su discreción.
Y no se ofende
si lo abandono un momento
cuando me vence el cansancio.
La nuestra és una extraña amistad:
él inerte, y yo viva...
Sin embargo,
a veces "vivo" porque él me habla...