Erase una vez un huevo de donde una oruga se eclosionò. Su forma inicial se volviò en crisálida hasta que llegò a su metàmorfosis adulta. Una mariposa guapìsima.
Siempre la mariposa vuela,
se pone cerca de tì,
allà, afuera del alféizar.
Nunca se parte si no realiza
qué tu emociòn se estalle
en tus ojos,
en tus labios
en tus sonrisos,
sòlo con una simple vuelta en el aire.
Siempre la mariposa se pone en tu boca
como si una pluma bailara entre las nubes
y espera a tus palabras sinceras que salgan. Una explicaciòn real.
Siempre se huye de la confusiòn y de las mentiras.
Siempre la mariposa se pone en tus ojos
como si el sol besara el mar
y entiende a quién tu no ves y a qué tu no lees.
Siempre se huye del daltonismo.
Siempre la mariposa se pone en tus manos
como si la pàgina de un libro se volviera sola
y busca al calor del contacto.
Siempre se huye del hielo.
Siempre la mariposa se pone en tus orejas
como si de repente una voz dulce te despertara
y escucha a la canciòn de tu corazòn.
Siempre se huye del engano.
La mariposa en sus viajes
de ciudad en otra,
de campo en otro,
de flor en otra,
siempre te piensa
te escucha,
te echa de menos
y imagina
a tu vida adulta.