Hamacada en la espera
está el alma tendida
en su gris derrota
por una tristeza que la persigue...
¡Apaguen esa lúz
que encandila mi vida!
Hoy no estoy lista
a recibir la dicha.
Me duele una pena
que quedo escondida.
No hay llanto,
no hay plegaria.
A merced de un destino
que no tiene prisa
a coser la herida
me quede perdida.
Y mientras los demás
creen en mi sonrisa,
¡aquí!, llueve por dentro...